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miércoles, 16 de septiembre de 2015

"Solo Dios sabía si podíamos salvarnos": sobreviviente de naufragio

Vecinos, padres, hermanos, hijos y esposas. Todo un pueblo volcado hacia la bahía de Lomita Arena (corregimiento del municipio de Santa Catalina), por una sola razón: la anhelada llegada de tres habitantes de ese lugar que naufragaron en las aguas del Mar Caribe.
Era la 1 de la tarde de ayer y en la playa eran muchos los que aún no podían creer que los tres pescadores que desaparecieron el lunes en la tarde, luego que su lancha se volteara mientras estaban en faena, estuvieran vivos. Parecía una ilusión, luego de tantas horas ululando en el mar, hasta que a lo lejos se asomó la lancha en la que familiares y allegados salieron a buscarlos.
Todos los que estaban en el lugar corrieron a la orilla de la playa, ansiosos. Al acercarse la nave, se escucharon gritos de alegría. ¡Milagro! Los hermanos Ronald y Danilo Herrera González, y el primo de estos, Pedro Cardales Moncaris, estaban sanos y salvos.
No acababa de llegar la embarcación a la orilla cuando los parientes de los tres hombres entraron al mar. Los recibieron con lágrimas, alegría, con risas y amor. De pronto, un grito gutural entre la multitud desató los aplausos. “Gracias Dios mío porque están vivos”. Lentamente, con las pocas fuerzas que le quedaban y con arena de mar en sus rostros y ropas, los tres náufragos descendieron de la embarcación, mientras sus parientes los abrazaban y lloraban. Por las mejillas de los tres hombres mayores también corrían lágrimas. “No pensaba en nada, fueron momentos difíciles, solo Dios sabía si podíamos salvarnos o no”, dijo aún compungido Ronald, mientras sus parientes lo sostenían en brazos para llevarlo junto a los otros náufragos al centro de salud de Lomita Arena.
todo comenzó el lunes. Ese día, a las 7 de la mañana, partió junto a sus primos Ronald y Danilo en la lancha en la que acostumbraban salir a pescar. Zarparon y se fueron mar adentro. A las 5 de la tarde del mismo lunes, la tragedia acaeció sobre ellos, cuando pasaban por el sector Boca del Tocino, jurisdicción de Juan de Acosta (Atlántico). Pedro explica que una gran mareta golpeó la lancha y la volteó. Los tres pescadores fueron a parar al agua y luego, como pudieron, se montaron sobre la embarcación volcada, esperando que alguna otra nave pasara y los socorriera. Uno de los pescadores sacó su celular y llamó varias veces a su padre, pero este no contestó. Dicen que a las 6 de la tarde, cuando el progenitor del hombre de mar vio las llamadas perdidas, le marcó a su hijo. Se dice que el pescador contestó su celular y alcanzó a decirle a su padre que se habían volteado y que estaban a la deriva, pero luego la llamada se “cayó” y el celular del pescador se apagó.
Las horas fueron pasando y la angustia invadía a los parientes de los náufragos, quienes avisaron a las autoridades de lo ocurrido y comenzaron la búsqueda por su cuenta, mientras los tres náufragos se las arreglaban para sobrevivir.

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